Sin duda esta es una interrogante muy importante hoy en día. Hace un mes apareció un reportaje en la edición especial de El Mercurio titulada «Chile tecnológico» que trataba este tema. Tres importantes actores del sector educativo coincidían respecto de que los textos digitales ofrecen alternativas insospechadas para potenciar el aprendizaje. Nosotros, al igual que probablemente la mayoría de ustedes, estamos de acuerdo con ello, pero también creemos que hay mucho que investigar y experimentar para aprovechar al máximo las cualidades de este soporte y para buscar soluciones a sus defectos.
Al hablar de textos digitales, creemos que no podemos entender por ello el pdf de un texto impreso al que se le agregan recursos como links a otras páginas, objetos digitales de aprendizaje, videos y otros. El texto digital debiera ser un objeto digital en sí mismo, en el que todos los recursos que se incluyan (contenidos, actividades de aprendizaje, evaluaciones, proyectos y otros) posean la cualidad de la interactividad y de la retroalimentación. No obstante, esto es más fácil en algunos casos que en otros.
Por ejemplo, en un texto escolar impreso el contenido de las estaciones del año se suele desarrollar por medio de una explicación y un dibujo representativo; luego se suelen aplicar las actividades y la evaluación. Si es un texto con una metodología más activa, a la exposición del contenido le suele preceder una actividad exploratoria de tipo inductiva. El soporte del papel dificulta exponer el contenido de otra forma y que el niño manipule la información. En un texto digital esto puede ser mucho más fácil: se le puede presentar al estudiante una animación que él administre libremente y que en la medida que lo haga vaya descubriendo el contenido.
A nivel de actividades de aprendizaje y evaluaciones para estudiantes de segundo y tercer ciclo ocurre algo diferente. Por ejemplo, en un texto de Historia para estos niveles se deben potenciar competencias y habilidades como la comprensión, el análisis y la formación de una opinión personal a partir de diferentes puntos de vista. El formato de papel facilita el desarrollo de actividades que apuntan a estas habilidades: comprensión inferencial de textos, escritura de ensayos, debates y otras. El formato digital las limita, ya que para que exista interactividad y retroalimentación, difícilmente se pueden realizar acciones distintas a marcar (preguntas de alternativa o verdadero y falso) o arrastrar (armado de mapas conceptuales, rotulación de imágenes, etc), es decir, se cubren habilidades básicas como reconocer e identificar. En este caso, el soporte presenta una dificultad de la que debemos tomar conciencia: ¿cómo se puede desarrollar a nivel digital una actividad de escritura de ensayo?, ¿cómo se retroalimenta?, ¿cómo se orienta su proceso?
Este tipo de actividades se incluyen en los recursos digitales, pero en general se limitan a dar la instrucción de escribir el texto y que el estudiante lo pueda imprimir. En consecuencia, no existe ninguna diferencia con lo que propone el texto de papel. Si no pensamos en soluciones a este tipo de problemas, el soporte digital no puede sostenerse por sí solo, especialmente en los cursos más avanzados en los que se deben potenciar habilidades y competencias más complejas.
Desde nuestro punto de vista, este es el gran desafío de los textos digitales: ¿cómo lograr aprendizajes realmente significativos que potencien competencias complejas en los cursos de segundo y tercer ciclo, aprovechando el soporte digital? La tecnología no sirve si perdemos el horizonte… No se trata de avanzar hacia la tecnología porque es lo que todos están haciendo… Podremos avanzar en la medida que nos aseguremos de que los estudiantes logren los objetivos y adquieran los aprendizajes, habilidades, competencias y destrezas esperados.